¿QUIEN
ES NUESTRO MAESTRO?
Por: Douglas Morales |
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Cuántas
veces hemos tenido la sensación de estar solos en nuestro camino, en
nuestro viaje, y cuantas veces hemos echado de menos al maestro para
preguntarle tantas cosas... o simplemente para llorar, porque estábamos
cansados y nos sentíamos perdidos.
Cuántas
veces nos dijeron, cuántas leímos que no estamos preparados, que cuando
el discípulo está listo aparece el maestro. Acaso nos preguntamos ¿los
maestros ya no andan entre nosotros? ¿Se acabaron y tenemos que caminar
solos sin ayuda, sin guía? La buena noticia es que siguen aquí con
nosotros; y a lo mejor pensamos: ¡ claro !... sí está Swami no sé qué,
Gurú no sé cuanto, la encarnación viviente de Dios, Sai del más allá.
No,
yo no hablo de estos guías, no hablo de maestros con túnicas y
turbantes, ni maestros en Rolls Roys y en palacios, yo hablo del MAESTRO,
del Maestro que tiene la misión de guiar a un discípulo, de ése hablo,
del Maestro Interior que se encarnó físicamente, del Maestro que no
tiene escuela, ni multitud de adeptos y que tampoco le hace falta
tenerlos. Pues
sí, los maestros aún están con nosotros y... ¿cómo son?. Pues gente
normal de carne y hueso, gente con la que te puedes cruzar por la calle y
no verla pero que allí están siempre. Pueden parecerse a un actor o al
panadero de la esquina, pero sus ojos lo dicen todo, personas que escriben
libros o que simplemente te enseñan, que huyen de las alabanzas de las
masas y de las grandes convenciones.
Maestros
que jamás te pedirán obediencia, a los que nunca les llamarás Maestros
(porque no te das cuenta que lo son), Maestros llenos de amor y de
paciencia infinita, que hacen el camino contigo aunque él esté más allá
de las estrellas, que cuando eres ciego y sordo y no te enteras de nada, sólo
callan. Cuando cometes un error no dicen: “ves ya te lo dije”,
solo esperan amorosamente, y cuando triunfas en algo
dicen: “disfrútalo,
mas no te envanezcas”. Maestros
que te insinúan: “va siendo hora que cruces esa puerta” y tú que
siempre dudas y todo lo ves difícil dices: ”No, ni lo pienses, eso me
duele y tengo miedo” y él te mira con toda la comprensión del mundo y
dice: Bueno como quieras ya lo harás en otra oportunidad; y tú que eres
rebelde hasta la médula y que sabes que si no es ahora, nunca será,
dices: “pues, ahora lo voy a hacer”; y cruzas esa puerta, no antes sin
volver a mirar atrás, y ahí está él, sonriéndote y dándote
confianza. Maestro
que te habla en un idioma que entiendes. Maestro que jamás te mentirá,
que te hace ver la vida de otra manera, que no desespera ante tus
rabietas. Maestro que respetará tu libertad hasta el infinito; si dices
que no es no, aunque para él suponga estar otros mil años más esperando
por ti. Maestro que un día te dice: “ya eres mayor de edad” y empieza
a tratarte de otra manera y tú te sorprendes de lo serio que lo dice, y
te das cuenta que todo lo que te dijo anteriormente tenía sentido.
Maestro al que agarras de la mano fuertemente, porque te tiemblan las
piernas y te conduce por dimensiones desconocidas. Maestro con el que
seguirás discutiendo, porque te vuelve loco, y le dices: “déjame en
paz”. Maestro al que le haces una y mil preguntas, una y otra vez.
Maestro
que pone en tu camino
a las personas adecuadas para tu iniciación, y cuando el día se acerca,
te sientes la más sola de las personas porque no hay multitudes que te
acompañen, y piensas: “me dejó solo,
ni siquiera tengo un templo donde estar”, pero vas a esa iniciación,
aún sin saber lo que te espera, lleno de temor y cuando todo pasó y
vuelves a casa, tú, que además hace tiempo no lo ves, te encuentras con
una carta que te dice: “bienvenido a tu mayoría de edad. ¿Cómo te
sentiste solo, cuando fuiste el más acompañado? y lloras de alegría,
de emoción y desconcierto, ¿cómo lo sabia él?. Ni si quiera te habías
dado cuenta que todo fue preparado por él, y cuando tomas consciencia
sigues leyendo y te dice: “en tu trabajo y en tu caminar toda una
corte celestial te acompaña, no lo olvides”.
Cuando lo vuelves a ver, se te atropellan las palabras y quieres
contárselo todo, lo miras y notas un cambio en él -que no es real-, es
tu cambio, pero aún no lo sabes, lo ves con otra mirada, con un respeto
distinto, entonces te acuerdas que un día le dijiste “¿ por qué no
estuviste antes conmigo?” Y sonriéndote te contesta: “yo siempre
estuve aquí, quien no me había visto, eras tú”. Ahora al recordarlo
te da risa por lo cierto de sus palabras. Maestro
que jamás te dice:”tal persona es mala”, porque él es todo bondad.
Maestro al que a veces tú quieres proteger, por que ves en sus ojos todo
el dolor que siente por el mundo.
Maestro que te respeta tanto que si un día le dices: “no vuelvas
más”; no volverás a verlo. Maestro al que debes muchas cosas, aunque
él te diga que todo el mérito es tuyo. Maestro, tu amigo, al que nunca
podrás agradecer todo lo que hizo por ti.
Que
por amor a él sólo puedes decir: “Maestro es aquel que enseña
respetando tu libertad” Jamás preguntes dónde está o quién es. Porque no vale la pena hacerlo, es sólo un Maestro. |