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La gran protagonista de la evolución
es la experiencia. A través de ella las especies aprenden, desarrollan el
instinto y avanzan.
El hombre posee una cualidad única
que le aventaja sobre las demás criaturas: el lenguaje -hablado y escrito- que
le permite transmitir sus experiencias y recibir información de otros.
El cerebro humano ha desarrollado
mecanismos capaces de procesar, memorizar y reproducir información. Esta
habilidad ha contribuido grandemente a la evolución de nuestra raza y ha
acelerado el sistema de aprendizaje, pero...sólo se sabe lo que se experimenta.
La información no es más que un sistema de referencias que sólo puede
resultar de gran ayuda en el análisis y asimilación de nuestras propias
vivencias, pero que no es, en sí mismo, una fuente de sabiduría.
Esto parece ignorarlo nuestro sistema de educación, que atesta de información al individuo y sólo considera aventajado a quien es capaz de almacenar y reproducir más datos. Corremos el riesgo de descuidar el cultivo de las facultades superiores de la mente, al potenciar excesivamente los mecanismos automáticos cerebrales que realizan funciones semejantes a las de los procesadores.
Por otra parte, aceptar como verdad
última la información recibida es el paso definitivo para la robotización del
ser humano. Y no deja de ser irónico que esto ocurra bajo el señuelo de la
libertad. El mundo está plagado de ingenuos que creen que nadan en un océano
de libertad sólo porque se les otorga el derecho a tomar pequeñas opciones,
mientras se les condiciona culturalmente desde la infancia por medio de la
información.
La información es útil cuando el
individuo puede filtrarla con ayuda de la discriminación y catalizarla con la
propia experiencia. En todos los demás casos constituye una programación, un
lavado de cerebro. La persona informada, como las computadoras de la última
generación, parece muy inteligente, pero no lo es. En cambio, sí resulta útil
al cumplir fielmente las funciones para las que ha sido programada.
Mientras no haya una entidad
soberana que utilice inteligentemente la información en lugar de involucrarse y
hacerse uno con ella, el hombre no será libre por más que muchos proclamen la
libertad como bandera. Creérselo forma parte del programa.
Hay campos en los que la información
transmite el conocimiento práctico acumulado por la especie y es
extraordinariamente útil; pero hay otros, que la mente tiende a aceptar con la
misma reverencia casi religiosa, en los que la información no es más que la
interpretación subjetiva de la experiencia de otra persona. Como es el caso,
por ejemplo, de creer a pies juntillas lo que otros descubrieron sin haberlo
experimentado antes nosotros mismos. Aquí es donde la discriminación, el
discernimiento, ha de intervenir de manera implacable.
La sabiduría es la esencia que las
facultades superiores de la mente sustraen en cada experiencia, mientras que la
información es el relato de esa vivencia. Sin experiencia no hay auténtico
conocimiento, y sin éste no hay libertad posible. Sólo la verdad
internalizada, es decir, experimentada, te hará libre.
Aforismos de
Sabiduría
· La verdadera sabiduría consiste en discernir lo que es conveniente de lo inconveniente, pues no existe nada bueno ni nada malo.
· Sabe el sabio que es fácil
imponer la ley por la fuerza. Y que es difícil propagarla con el ejemplo.
· Aquel que reconoce su
ignorancia, su impotencia y sus faltas, está empezando a caminar por el sendero
de la sabiduría.
· Es sabio aquel que llega a ser
lo que Es (auténtico). El sabio ilumina y vivifica todo lo que se le acerca.
· El sabio muere a sí mismo y
nace en el Creador. Muy pocos conocen esto.
· Sabe el sabio que uno puede
entenderse con los demás sin hablar. Y que podemos perder a nuestro mejor amigo
pronunciando una sola palabra.
· Sabe el sabio que el mundo
actual ni es bueno ni malo, ni real ni ilusorio. Sabe que está formado por una
porción de luz divina fraccionada en el vacío del No-Ser.
· Sabe el sabio que lo que es muy
complicado -como muchas doctrinas o filosofías- esconde casi siempre la
mentira. Lo que parece muy sencillo, encierra a menudo una verdad sublime.
· Sólo aquel que ha recorrido la
senda de la sabiduría puede indicar el camino, pero son pocos los que le
escuchan y le creen.
· La humildad y el amor son el
adorno de la sabiduría.
· Ninguna religión -esto lo sabe
muy bien el sabio- tiene el monopolio del Creador, ya que él es Unico y ellas
son diversas. Sabe el sabio que la esencia de todas es la misma, cuando ellas
enseñan el Amor y viven el Amor, pues de lo contrario no son sino cuentos.
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